La campaña electoral del 10N se presentó en un panorama nunca visto hasta entonces. El segundo principal problema para los españoles era, según el CIS, los políticos en general, los partidos políticos y la política. Pese a ello, cada partido político planteó una estrategia de comunicación determinada.
Hoy las analizamos con Aida Vizcaíno, consultora política. Bienvenidas a La Comarca Política.
Perfil de la entrevistada
Aida Vizcaíno Estevan es profesora de Ciencia Política y de la Administración de la Universitat de València. Sus áreas de investigación son la sociopolítica, el análisis demoscópico y la desigualdad de género. Sus publicaciones y estudios académicos están enmarcados en estas temáticas. Actualmente desarrolla el Curso sobre la Historia de las Pensadores Políticas de Occidente en la Universidad de Valencia.
Es consultora política y de la administración, desarrolla y gestiona proyectos sobre diferentes temáticas siempre con la mirada pública como eje transversal. Es parte del grupo promotor del Laboratorio de Análisis y Evaluación de Políticas Públicas del Ayuntamiento de Valencia. Pertenece al Estudi Mirador.
Participa frecuentemente en diarios valencianos como Levante EMV o El Temps y fue columnista de La Vanguardia CV.
Entrevista a la consultora política Aida Vizcaíno | Estrategias de comunicación en la campaña electoral del 10N
Alexis Lara: Hola Aida, bienvenida a nuestra sección de comunicación política.
Aida Vizcaíno Estevan. Muchas gracias por la invitación.
AL: En esta entrevista analizamos las estrategias de comunicación política en la campaña electoral del 10N. En primer lugar, ¿qué partido crees que ha conseguido transmitir mejor su mensaje en la campaña?
AVE. Esta campaña electoral ha sido extraña, es la primera “exprés” tras la modificación de la LOREG en 2016 y es la cuarta en cuatro años, por tanto, ha existido cierta saturación hacia los partidos tradicionales (PSOE-PP) y los llamados “nuevos partidos” (PODEMOS-Cs), tanto por las ideas, los programas como por la gestión y comunicación política de este 2019. Se han “salvado de la quema” los realmente nuevos partidos, la ultraderecha y Más País. Además del clima de campaña que, si siempre es importante, en esta ocasión todavía más, la contienda en términos de marketing electoral ha sido de baja intensidad. El Partido Popular supo recuperar posiciones -respecto a las elecciones de abril- al apostar por un mensaje claro para el electorado: única alternativa de estabilidad para España. La izquierda estatal no ha sido capaz de mantener su fuerza y no ha sido capaz de articular un mensaje propositivo sino que se ha centrado en el “miedo a la ultraderecha”. Y la ultraderecha, que vive un periodo expansionista y que ha sido capaz de marcar la agenda temática de la política de 2019, en campaña electoral y fuera de ella.
AL: ¿Y el peor?
AVE. Sin ninguna duda, Ciudadanos ha sido el partido que, por mediciones tras los debates televisados y por los resultados electorales, peor ha sabido transmitir su mensaje. En un momento de polarización y radicalización del discurso, especialmente en el eje de la derecha estatal no ha podido aguantar el ritmo y la credibilidad del discurso conservador y de extrema derecha.
AL: ¿Cómo crees que afectó la repetición electoral a las estrategias de comunicación de los grandes partidos?
AVE. Si observamos los resultados electorales, de los partidos estatales de izquierda y derecha, tan sólo el Partido Popular ha sido capaz de mejorar resultados tanto en la repetición 15-16 como en esta de abril-noviembre. En relación con la estrategia de comunicación, la repetición suponía el reto de esquivar el enfado, hastío y la saturación a través de la comunicación y, en mi opinión, no se ha conseguido porque han dejado de votar casi dos millones de personas en siete meses. Con ello no quiero responsabilizar a la comunicación política de la desmovilización, ni mucho menos, de hecho, en algunos momentos de la campaña parecía como si a algún partido le “viniera bien” la participación que se estimaba. Esperaremos los resultados de la postelectoral del CIS para conocer las percepciones y valoraciones durante la campaña y ver la incidencia de las estrategias de comunicación.
AL: ¿Cuál crees que era la principal amenaza para los partidos de izquierda? ¿Y para los de derecha?
AVE. Para la izquierda estatal, la división del voto por la irrupción de un nuevo partido escindido de Podemos, que visto lo visto, no ha supuesto tanto como anticipaban algunos analistas en las primeras 24 horas tras las elecciones. Para mí lo importante de la escisión en su afectación al clima electoral, fue la sensación entre el electorado de izquierdas -especialmente votante volátil- “siempre ocurre igual”, con ciertas reminiscencias de la II República -¡como si todavía hubiera algo en común con los años 30!-, que pareciera más un mensaje situado desde la derecha y ¿por qué no? desde ciertos sectores del PSOE, que recibieron con los brazos abiertos a esos volátiles en búsqueda de seguridad electoral. La amenaza para los partidos del eje derecha estatal era la posible movilización contra la ultraderecha que pudiera suponer en un voto masivo en el PSOE. Vistos los resultados electorales, los discursos durante estas semanas de negociación y los movimientos -reales y simbólicos- de los líderes de la derecha, no podemos hablar de una amenaza real o, si se quiere, debemos hablar de un éxito en la minimización de esa amenaza. Yo optaría más por lo primero que por lo segundo.
AL: ¿Consideras que ha habido alguna oportunidad dentro del campo político que no ha sido aprovechada por ninguna de las estrategias de comunicación de los partidos?
AVE. Sí, como comentábamos antes, Ciudadanos desde la moción de censura, viró su discurso político hacia un posiciones conservadoras, que en España significa preeminencia del eje identitario, dejando en segundo plano su componente liberal -sin hacer mucho ruido en el plano social, económico y moral-, que le hicieron soñar con el famoso sorpasso. Ese viraje le ha llevado a olvidar el mensaje renovador de la política como el que mantenía en 2015-2017 y querer luchar por el discurso conservador tradicional ante el Partido Popular -hegemónico y con mayor músculo orgánico- y ante la ultraderecha. Veremos hacia dónde se encamina, siendo complicada su supervivencia más allá de 2023 si no es capaz volver y ampliar el centro y centro-derecha. Por supuesto, esa zozobra ideológica se ha visto reflejada en la inconsistencia discursiva durante la campaña.
AL: Bajo el titular “El efecto Errejón dinamita el Congreso” el periódico La Voz de Galicia daba 19 escaños a Más País a dos meses de las elecciones cuando finalmente obtuvo 3. ¿Hubo un fallo en la estrategia de comunicación o se debe simplemente a una encuesta demasiado prematura?
AVE. En cualquier campaña y más en una como la del 10N, es muy complicado que un sondeo atine los resultados con dos meses de antelación. Para mí, el ejemplo que comentas tiene más de campaña electoral y política de audiencias que de análisis sociopolítico. Es parte del juego, sabéis muy bien que la demoscopia en campaña -y fuera de ella- es una de las herramientas para generar opinión e influir en la orientación del voto. Además, el caso de Errejón viene rodeado de un halo de morbo -tradición o escisión, según se mire- y de novedad, única durante la campaña del 10N, que ha supuesto una presencia mayoritaria en los medios de comunicación hasta dos semanas antes de las elecciones en las que prácticamente desapareció, por una cuestión formal -LOREG- pero también de juego político-mediático.
AL: ¿Qué factores están detrás del ascenso de la extrema derecha? ¿Lo achacas más a una buena estrategia de comunicación o a un contexto proclive al desencanto?
AVE. Achacar, como dices, el éxito de la extrema derecha a una buena estrategia de comunicación sería no querer comprender el grave problema político al que nos enfrentamos como sociedad y querer buscar culpables de su irrupción: los medios de comunicación. Hay parte de responsabilidad en los medios como también la hay, fundamentalmente, en los dos partidos de la derecha estatal que han pactado y, de esta manera, legitimado su presencia normalizada en el espacio institucional. También hay responsabilidad de la clase política de estos últimos cuatro o cinco años por su cortoplacismo y especial tactismo. Pero como tampoco podemos abordar los factores del ascenso, en relación a la campaña realizada, ha sido un contexto favorable para colocar y replicar su mensaje populista, de hecho, hemos visto a su líder debatir sin salirse de los temas que conforman su catálogo político -identidad, feminismo, migrantes, élites-, reforzando insistentemente su argumentario.
AL: ¿Cómo viste, en términos de estrategia comunicativa, el debate electoral entre Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal?
AVE. Desde el punto de vista de la comunicación política y el mensaje hubo varios elementos a resaltar. Iglesias fue muy superior al resto de candidatos en cuanto a oratoria, discurso y retórica. Sánchez no encaró bien su papel y pareció altivo e incluso maleducado al no mirar al resto de candidatos, especialmente a Iglesias. Casado estuvo correcto, insuficiente en cuanto a discurso y retórica si se compara con sus predecesores. Rivera no fue capaz de coger el tono ni el tempo del debate, en un par de ocasiones se adelantó a los bloques temáticos, desconcertando a sus compañeros y también al público. Y el líder de la ultraderecha no sobresalió -como otros liderazgos europeos- pero estuvo correcto. Y como ya comentamos esas semanas, la fotografía de cinco hombres y ninguna mujer fue “old fashion”.
AL: Por último Aida, ¿qué te ha sorprendido en la campaña del 10N (en términos comunicativos tales como los spots electorales, los eslóganes, la cartelería…) para bien y para mal?
AVE. El uso de la bandera en los carteles y spots de campaña porque es el síntoma de la victoria de la extrema derecha en la definición de la agenda mediática y política. Y en el caso valenciano, la bandera en los carteles de la coalición Más País – Compromís ha sido insólito, incluso doloroso para parte del electorado nacionalista. En todo caso, la campaña del 10N no pasará a la historia de la comunicación política salvo por las anécdotas electorales -el perro- que no hacen sino evidenciar la superficialidad y espectacularización de las campañas electorales.
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